sábado, 8 de septiembre de 2012

Fin

Últimamente (este año y el pasado) se han muerto personas por las que se me ha derramado una lagrimita o se me ha hecho un nudo en la garganta. Como todavía conservo un "¿por qué?" infantil, me hice esa pregunta luego de enterarme de la noticia y reaccionar con tristeza. ¿Por qué me siento así?
Me contesté que uno llora o se entristece cuando alguien muere, porque ese alguien nos miró alguna vez con ojos de verdad. Nos habló de frente y con alguna enseñanza a cuestas. Nos dijo algo o compartió algo con nosotros que aún podemos escuchar con claridad.
Así me pasó con el papá de una amiga. Si todavía tengo el gusto de un vinito que compartimos en una mesa. El del helado con wisky que nos hizo probar. Sus ojos celestes y profundos, siempre con una palabra seca y madura de experiencia "a lo Osvaldo".
También con el mecánico amigo de mi viejo, que a su vez cumplía el sexto día de abril, como yo. Siempre con  eternas promesas de un asado para ese día especial para ambos. Ojos entre verdes y grises, dependiendo de la luz del día. Alguna anécdota (siempre había una anécdota volando), que se unía a la pregunta de "¿está el auto Darío?".
Y hoy con una "seño" de francés. Mi seño Elena, de tercer grado. Especial porque es una de las que más recuerdo de mi paso por el idioma en la primaria. Quién nos hizo cantar una y mil veces "sur le toit de la maison, jouons du violon...", su voz fuerte que llegaba hasta el último de la última fila. Sus rulos marrones, que combinaban con su piel. Su sonrisa, extremadamente grande y blanca.

Simplemente es eso. Ni lazos familiares, ni de amistad, ni sociales. Cuando pienso en las lágrimas de los que lloramos a alguien que se va en un cajón, pienso en los recuerdos. En sus miradas. En sus palabras.
Lazos que van más allá de un título.

2 comentarios:

Sabina dijo...

Entre lágrimitas escribo.
Es un misterio, el gran msiterio creo yo. Nadie regresó para contarlo. Todas las religiones y creencias del mundo tienen su manera de explicarla y de sobrellevarla e incluso de prepararse para ella. Pero la muerte no deja de ser una pregunta enorme.

Nadie se va en un cajón simplemente si quedan esas otras cosas que contaste: los recuerdos, la voz, un vino, unos rulos, unos ojos lindos.

Chuli! dijo...

Quiero aclararte que no era mi intención... pero digamos como que sabía que iba a pasarte eso.

Un besito, te quiero!