martes, 2 de noviembre de 2010

Me and the devil histories

Porque me gusta el blues, porque me gustan estos cuentos, porque me gustan las leyendas. Por eso es que me puse en esta noche de martes a leer y conocer la historia de Robert Johnson. ¿Quién es Robert Johnson? Básicamente (si quieren saber más, la Wiki a su disposición) fue un tipo que vivió en Mississippi en las primeras décadas del siglo XX, negro, trabajaba en una plantación de azúcar y tocaba la guitarra... muy bien. Murió a los 27 años. "El rey del Delta Blues", como se lo nombró después, además de ser uno de los padres de éste género e inspirar a muchos sucesores en su música, se lo asocia, inmediatamente, a otra fama: la de venderle el alma al diablo.
Viendo Supernatural, en un capítulo de la segunda temporada de la trama, hacen referencia a su historia. Y esa fue la punta del ovillo.
La historia es clara (salvo el nacimiento y la muerte de este hombre, nada más ni nada menos). Tocaba la guitarra y, para hacerlo mejor, cuenta la leyenda que fue hasta el cruce de las rutas 8 y 1, en Rosedale, un puebo de Mississippi y le vendió el alma al diablo a cambio de tocar como nadie el instrumento.

Mucho se habla en alguno de los textos que usé de fuente, como éste, del "cambio" tanto en el canto como en el físico de Robert después de Crossroad (canción posterior al encuentro con Satanás). Mucho se habla también de las causas de muerte: neumonía, envenenamiento...

La cuestión es que sólo grabó 29 canciones en su corta trayectoria (y vida)... apenas unas 40 grabaciones se conocen al día de hoy de él, ya que algunas de las 29 se repiten en alguna que otra versión. Muchas de ellas cuentan, en sus letras, encuentros con el diablo, búsqueda de salvación en un cruce de rutas y demás palabras relacionadas con la leyenda que nació después de su muerte.
Sólo hay dos fotos de él.
Les dejo una excelente canción... excelente para acompañar esta hermosa noche de noviembre: "Me and the devil blues".



Me quedo con las palabras de Alfredo Rosso, en mundorosso.blogspot.com: "(...) este no es un blues depurado, transmitido a nuestros oídos en rigurosa fidelidad digital por una banda de finos instrumentistas. No. Lo que sale de nuestros parlantes es un riguroso documento de audio-verité, un pasaje en la máquina del tiempo hacia una era en que el blues –a la manera de nuestro tango reo, aquel que se tocaba en los lupanares de principios del siglo XX- todavía no tenía carta de ciudadanía, aún no había sido aceptado en los salones de concierto como curiosidad étnica, primer paso hacia su marketing masivo."

Simplemente genial. Y como dice mi vieja: "creer o reventar". Salut!